Ventana al Mundo de Darío Ortiz, luego de recorrer varios museo de Colombia pasó también por el Centro de la Cooperación Española, Convento de Santo Domingo, Cartagena de indias. Aquí uno de los textos de la muestra
Ventana al mundo es la vida y los afanes que
giran en torno al pequeño espacio de un estudio donde se mezclan las lecturas,
los miedos y las sinrazones con el cotidiano ir y venir de personajes pasajeros
que terminan actuando e interactuando en la obra. Dice un refrán popular que la
vida depende del color del cristal con el que se la mire. En éste caso es el
color del mundo visto a través del taller donde se vive, el taller como una
ventana para mirar afuera o adentro produciendo una visión subjetiva del
entorno. Una narración estética llena de elementos y significados variados
Hace cincuenta años para una crítica como
Martha Traba era impensable que un artista narrara, tenía que abandonarse a
búsquedas estéticas única y exclusivamente, casi sin mirar al entorno, pues
toda alusión a él quedaba en el plano del panfleto narrativo. Y está bien que
así fuera entonces, ya que durante siglos el arte se había dedicado a recrear
historias de príncipes y hazañas de héroes realizadas por contrato y mirado
rápida y formalmente su único tema especulativo eran los rostros de cristo o
las visiones marianas.
Del no narrar se paso al no hacer, de un objeto
con contenido se paso a un objeto desprovisto de significados y de allí a un
arte completamente no objetual, retornando casi a los tiempos de la Grecia
clásica dónde el trabajo manual era cuestión de clase, y lo hacían los esclavos
o los pobres, pues hoy en día son muchas las obra de arte que simplemente se
mandan a un “pintor artesano”. Pero la
vida depende del cristal con el que se la mire y a pesar de que existen medios
tan limpios como el cine, la fotografía y los computadores todavía se puede
tomar la elección de afilar el lápiz, trazar una línea o untarse la vida entre
colores de aceite y trementina.
Todos los días la parábola vital puede ser la
misma, entrar al estudio de pintura, preparar una paleta multicolor y comenzar
a manchar telas y papeles. ¿ Entonces qué sucede? Que cambian los
acontecimientos externos, amigos y familia mueren o viven entre vicisitudes que
podían no tener importancia para el arte antes que existieran los libros de
Berger, Camus o Sarte y la conciencia moderna del sujeto, pero que hoy son los
fragmentos que terminan componiendo un universo complejo. Aunque, cómo dice el
mismo artista, “no se busca cambiar el mundo ajeno sino comprender el propio”.
La pintura de Darío Ortiz es una ventana a su
mundo. El retrato del taller y sus personajes, de la torre vigía, castillo
cueva y cristal, realizado más allá de la especulación conceptual y en dónde
complicadas elucubraciones sobre la vida y la muerte, sobre la lealtad y el
desamor, hasta las simple impresiones de quien se deja sorprender por el
entorno de su propio estudio van a estar allí en las obras que componen la
muestra. Convertido todo ello en una narración contemporánea.
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